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Nuestro Mar de Vida

 

Toma valor escribir sin temor. Ese valor se ve a la tarea de derribar unos cuantos muros antes de verdaderamente entrar a un mundo donde la libertad absoluta existe. Donde las palabras pueden tomar vida de la forma que deseen. Y esos muros, contienen reglas seriamente establecidas que fueron creadas desde hace décadas, tal muro es rodeado por conocidos y desconocidos con ideas y creencias tan rígidas que podrían limitar nuestro mundo en lo mediocre de lo aceptable, hasta cegarnos y no llegar a ver la cavidad en donde nos encontramos, que no ronda otra cosa mas que aires de falsedad y una aterrorizante ausencia de signos vitales de los cuales en esta superficie, nos hacen creer es como debe ser para todos, esto que hoy llamamos vida.

Es por ello, que creo que para verdaderamente poder escribir se necesita un grado de intrepidez que tiende a cruzar por caminos en ocasiones un poco complejos y la mayoría de las veces prohibidos.Toma algo de osadía destruir y construir muros nuevos. Y de alguna forma cambiar los reglamentos en nuestra mente, para así trasladar el valor que le damos a ciertos pensamientos ajenos y mudarnos a un lugar donde nuestros pensamientos puedan estar a salvo. Donde nuestras historias no teman salir a la luz. Y ahí criarlos y desarrollarlos hasta convertirnos en artífices audaces.

Entonces llegaremos a ese punto de nuestra vida de narradores, donde los prejuicios no serán más que puras corrientes pasajeras y no nos harán parar, no nos harán temer y no nos harán hundirnos en mares donde no elegimos morir. Por la simple razón que nosotros hemos decidido creer en otros mares, hablar del océano de otros archipiélagos, sentir otras corrientes y morir en otros océanos.

Contar nuestras historias sin miedo a hundirnos en un mundo vacío. Porque la vida es así. Turbulenta, profunda, cambiante, maravillosa, peligrosa, sin fin y prohibida hasta cierta lejanía. No hay porque ocultar la verdad del mar, así como tampoco hay que ocultar la verdad de la vida.